Maestra de literatura y Escritora
Cómo preparar un viaje con niños
Se aproximan las vacaciones de verano y muchas familias se plantean qué actividades hacer con sus hijos: viajes de aventura, de parques temáticos, culturales, elegir entre la montaña o el mar…
Dejando circunstancias económicas o laborales a un lado, en caso de contar con la posibilidad de hacer, al menos, una escapada de pocos días, muchos de nosotros pensamos en una serie de limitaciones y ponemos objeciones a la hora de llevarnos a nuestros hijos e hijas, que, aunque no lo queramos reconocer, es en parte por nuestro propio confort. No cabe duda de que es más cómodo quedarse cerca de casa o en lugares donde no haya que moverse demasiado, pues sopesando pros y contras, finalmente llegamos a conclusiones en las que prima la comodidad.
Aspectos negativos por los que algunas personas rehúsan a viajar con los peques
- Las exigencias de los peques serán engorrosas y agotadoras, ya que nos limitarán los lugares adónde ir (¡es obvio que con un niño de un año no vamos a trepar al Himalaya!) Para colmo, nuestros ratos de descanso tras un día agotador, serán para jugar con ellos o esperando a que se duerman y de este modo podamos reponer fuerzas de cara al día siguiente.
- Es demasiado caro y “no se van a enterar de nada, mejor cuando sean más mayores”. Ocurre que cuando sean más mayores querrán salir con sus amigos y nos dirán que nos vayamos nosotros solos. Además, no les habremos creado el hábito viajero y será mucho peor que se adapten a circunstancias positivas y negativas que tengan que ver con los viajes.
Los mayores aprendemos de los peques en los viajes observando elementos y situaciones en los que nosotros no reparamos.
- Los padres y las madres necesitamos también vacaciones lejos de nuestros hijos. También necesitamos desconectar y fomentar el ocio de la pareja, por supuesto, pensamos que estos nos restarían libertad y cierta flexibilidad (si viajamos con ellos debemos considerar que no podremos salir de copas o disfrutar de una cena romántica a orillas del
Las ventajas de viajar con nuestros hijos
- Es educativo porque aprenderán otras culturas, ampliarán conocimientos que no aprenden en las aulas. Y eso, en definitiva, es muy enriquecedor y más si se hace en familia. Viajar en familia es maravilloso, no solo por ganar en sabiduría y experiencias de manera compartida, sino porque además crea un vínculo que no dejará de repetirse en más ocasiones. El hecho de planear entre todos el próximo viaje y la ilusión que conllevan los preparativos dejarán una huella imborrable en todos los miembros de la familia que hará que cada año quieran repetir.
Es necesario satisfacer las necesidades de cada uno de los miembros de la familia durante el viaje, por ello hay que hacer cosas que gusten a todos, incluidos nosotros.
- Nos permite viajar más, porque si los llevamos con nosotros podremos viajar cuando queramos, sin tener que andar recurriendo a los abuelos o a algún campamento.
- Será más beneficioso para todos porque se acostumbrarán a ello y cada vez será más fácil que se adapten a todo tipo de viajes. Es un error comenzar a llevarlos cuando tengan 8 o 10 años y es mejor crearles antes el hábito.
- Los mayores aprendemos de los peques en los viajes observando elementos y situaciones en los que nosotros no reparamos. Sencillamente, vemos más cosas. Aunque lo hagamos para entretenerlos prestamos atención a pájaros, insectos, o a los animales que aparecen en los cuadros de una pinacoteca.
- Las situaciones graciosas que podemos vivir con nuestros peques aportarán al viaje una alegría de vivir contagiosa. Esos momentos de descanso en los que estamos algo agotados y en los que ellos nos levantan los ánimos con sus juegos, sus canturreos o sus mimos, harán que no podamos prescindir de ellos en los próximos viajes.
Los viajes en los primeros años
Ahora bien, no cabe duda de que no es lo mismo viajar con un peque hasta los dieciocho meses que con otro de más edad. La ventaja del primero es que pasará gran parte del tiempo durmiendo, pero la desventaja llegará a la hora del gateo y aprender a andar porque necesitará tiempo para retozar y un lugar apropiado. Está claro que con esta edad el abanico de posibilidades a la hora de viajar se reducirá un poco y en algunos momentos del día deberemos adaptarnos a ellos. Por ejemplo, si vamos a la playa, deberemos protegerlos enormemente del sol y elegir ir a primeras horas de la mañana o a últimas del día. Si visitamos una ciudad, deberemos hacer algunos descansos en el alojamiento o llevar toallitas para desinfectar sus manos cuando quieran dar algunos pasos en el suelo de algún parque.
Muchos de nosotros pensamos en una serie de limitaciones y ponemos objeciones a la hora de llevarnos a nuestros hijos e hijas.
A partir de los tres años será todo más fácil, pues habremos pasado de las etapas de rabietas y de menor desarrollo motriz, a esta etapa en la que los peques amplían la conciencia con la existencia del mundo exterior. Ahora estarán dispuestos a vivir nuevas experiencias y en los viajes lo demostrarán de una manera más activa y participativa.
Independientemente del carácter de cada cual o de cómo los hayamos educado, nuestros hijos e hijas presentarán en cuanto a los viajes, una mayor o menor predisposición o adaptación a otras costumbres. Algo que a toda la familia y a ellos en particular va a beneficiar.
Preparativos para un viaje sin imprevistos
Cuando hayamos decidido adónde ir, en función de si vamos al mar, a la montaña, a hacer turismo urbano y demás, haremos una lista detallada. La ropa de los bebés ocupa poco y necesitamos cambiarlos a menudo, por lo que llevaremos mudas de sobra. Toallitas, pañales, papillas, termómetro, repelente de insectos, antitérmicos, y una larga lista en la que no debe faltarnos de nada. Para los más mayores, aparte de lo esencial, deberemos llevar juegos, cuentos, cuadernos para colorear y dibujar, lápices de colores, etc. Por supuesto, a los que ya posean dispositivos electrónicos reducirles más que nunca las horas de uso, y más si se está de viaje, aunque para nosotros y nosotras sea cómodo en algunos momentos en los que queramos descansar.
Las situaciones graciosas que podemos vivir con nuestros peques aportarán al viaje una alegría de vivir contagiosa.
En conclusión, es necesario satisfacer las necesidades de cada uno de los miembros de la familia durante el viaje, por ello hay que hacer cosas que gusten a todos, incluidos nosotros, ya que también son nuestras vacaciones y no vamos a limitarnos solo a andar divirtiendo y ocupándonos de los peques todo el tiempo.
Un horario flexible dentro de lo programado evitará estómagos hambrientos, cansancio y demás momentos que pueden ser motivos de disputas. Disfrutemos también del hecho de que nuestros hijos están con nosotros y de todo lo que en una ocasión así podemos también aprender de ellos. Un espectáculo de marionetas nos hará volver a sentirnos niños como ellos y con ellos.
Bibliografía recomendada:
-AAVV, “Viajar con niños. El libro de las familias viajeras”, Editorial Planeta.
-Aranda, Pablo, “De viaje por el mundo. Cuentos y curiosidades”, Editorial Anaya.
-AAVV, “Viajar con niños”. La editorial Viajera.