Filóloga y Maestra
Un pequeño protagonista consiguiendo cosas muy grandes
El insecto que devoraba libros es un curioso título de María José González Román ilustrado por Roberto Moreno Navarro. Un minúsculo animalillo, aburrido de hacer siempre lo mismo en su rutinaria vida, ve cómo esto cambia de la noche a la mañana cuando la maestra de un cole decide recoger una hoja de planta y meterla en un tarro de vidrio para su observación en la clase de ciencias, con ella encierra a nuestro protagonista. A partir de entonces las aventuras de este pequeño ser le llevarán a vivir cosas extraordinarias gracias a que aprende a leer durante su encierro y su vida da un giro radical.
La lectura nos abre puertas a mundos maravillosos
A raíz de su encierro en el tarro el insecto fue colocado en una balda con viejos libros y una niña, una alumna aventajada, lo cogía, lo observaba, cambiaba la hoja y lo tenía junto a ella en su mesa, mientras devoraba libros. El insecto empezó a mostrar interés en aquellos objetos llenos de imágenes y símbolos que, por el momento, le resultaban desconocidos. Un día la niña metió otros dos pequeños seres en el tarro, un pulgón y una mariquita, algo que incomodó a nuestro insecto al principio.
Los límites del tarro de cristal, la condensación de una gota de agua haciendo lupa en la pared del tarro y los aburridos compañeros de encierro hacen que el insecto empiece a fijarse en todos aquellos signos que estaban por todas partes, en los libros, en los folios, en la pizarra y poco a poco desarrolla la capacidad suficiente para conseguir descifrar esos signos. El insecto aprende a leer y se adentra en mil mundos nuevos, maravillosos y apasionantes a través de la lectura de libros.
Cada ser de este mundo, por pequeño que sea, merece un lugar de honor en nuestro planeta
Tras un tiempo de vida y lectura desde el tarro, el insecto es arrojado de nuevo al jardín del colegio, al haberse marchado la alumna que lo cuidaba. Los libros le habían enseñado a no rendirse, a buscar soluciones, a pensar. Así que no se rindió y decidió volver al colegio saltando de cabeza en cabeza con gran esfuerzo, pero también con gran entusiasmo. Llegó al laboratorio de Ciencias, al departamento de Sociales, de Matemáticas, la cafetería… y, por fin, ¡a la biblioteca! Un lugar perfecto para él. Allí descubre que el centro organiza un concurso de lectura que tendrá como premio un e-book y decide participar. Su afán por superarse y seguir aprendiendo lo llevan a seguir explorando el centro viviendo un montón de aventuras en la búsqueda de alguna opción para participar en el concurso, para comunicarse con el mundo, para darse a conocer. Una de sus aventuras le descubre otra forma de comunicarse, a través de los móviles, y nuestro insecto no pierde oportunidad para investigarlo conociendo, además, a través de este medio, a otro insecto que tiene su mismo interés en leer y comunicarse, desde entonces ya no estará solo nunca más y juntos pondrán en marcha proyectos que jamás imaginaron llegar a crear.
El libro
Este libro nos ha encantado, nos ha llamado la atención el mensaje tan importante que encierra, el de que cada ser de este mundo es valioso y poderoso, por más pequeño e insignificante que parezca. La autora ha convertido este mensaje en una lectura ágil y entretenida, cargada de aventuras e ilustrada con imágenes coloridas y atractivas.
Conclusión
Es un libro estupendo para mostrar las grandes cosas que podemos conseguir a través de la lectura y lo mucho que esta puede aportar a nuestras vidas. Un mensaje magnífico, pero es un libro quizá algo complicado para lectores chiquitines. En mi opinión es ideal como lectura para niños de Primaria que tienen adquirida lectura autónoma y también para primeros cursos de Secundaria que quedarán enganchados a la historia de este minúsculo protagonista, el insecto que devoraba libros.
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