Maestra de literatura y Escritora
Cuando un dibujo vale más que mil palabras
Dibujar es una actividad muy importante para el crecimiento de nuestros peques. Es un medio de expresión y comunicación que fomenta la creatividad, la escritura, la lectura, les hace tener más confianza en sí mismos y les ayuda a expresar emociones y favorece la comunicación. Mediante el dibujo, niños y niñas empiezan a ser capaces de representar la realidad que les rodea.
En este artículo veremos:
- Los beneficios del dibujo
- Etapas del desarrollo del dibujo en los más pequeños:
- Hacia los 2 años
- Entre los 3 y 4 años
- Entre los 4 y 7 años
- Entre los 7 y 9 años
- Entre los 9 y 12 años
- A partir de los 12 años
- El dibujo como medio de detectar problemas en la infancia
- Conclusión
Los beneficios del dibujo
La realización de garabatos es incluso una actividad anterior a la aparición del lenguaje y, además, conforme nuestros hijos van creciendo, les ayuda a desarrollar habilidades psicomotrices (realización de líneas, diversas figuras geométricas, dibujos cada vez más complejos, …) así como cognitivas y emocionales.
Juego y dibujo están vinculadas, ya que ambas son actividades placenteras que llevan a experimentar con colores y formas.
Etapas del desarrollo del dibujo en los más pequeños
Estas son a grandes rasgos las etapas del desarrollo del dibujo en niños y niñas:
Hacia el segundo año de vida:
Aparece en los niños y en las niñas el dibujo como juego. Piaget hizo diversos estudios sobre esta temática y ya nos habló del placer que encuentra el ser humano en edades tan tempranas a nivel funcional cuando coge un lápiz y hace garabatos. Juego y dibujo están vinculadas, ya que ambas son actividades placenteras que llevan a experimentar con colores y formas.
Más adelante los pequeños empiezan a reconocer formas en estos garabatos intentando hacer figuras que recuerden de memoria; lo que hará que no dibujen lo que ven, sino lo que saben del objeto que dibujan.
Entre los tres y los cuatro años de edad:
Se da la etapa del garabateo. Aparece un afán por rellenar el papel con trazos que para ellos representan figuras, aunque nosotros no veamos más que eso, garabatos.
Entre los cuatro y los siete años:
Se da la etapa preesquemática. En ella poco a poco se van aproximando a formar figuras, aunque en general, tanto los brazos como las piernas sean líneas y poco a poco le vayan añadiendo detalles.
Entre los siete y los nueve años:
Podemos hablar de la etapa esquemática. En ella, aparte de hacer formas definidas, no las dibujan flotando, sino que las apoyan en una línea horizontal que es el suelo. Suelen, además, llenar todo el espacio con diferentes objetos y figuras humanas.
Entre los nueve y los doce años:
Hablamos de la etapa realista. En ella hay una mayor intención por plasmar mejor la realidad y para ello comienzan a darle luces y sombras a los dibujos.
Se consideran como el termómetro del estado de ánimo del niño pues son una herramienta que utilizan los profesionales para observar rasgos de la personalidad y estados de ánimo de los más pequeños.
Desde los doce años:
Se considera que empieza la etapa de la representación espacial. En ella hay un mayor empeño en el detalle y en trabajar mejor las proporciones.
Estas son, en líneas generales, las etapas de desarrollo del dibujo.
Sin embargo, al igual que en muchas otras áreas hay niños y niñas con una sobredotación especial para esta faceta artística. Se ha estudiado que, a mayor detalle en edad temprana, más inteligentes serán los pequeños cuando lleguen a adultos. En cuanto a esto último, no debe preocupar a los padres si sus hijos dibujan mal, pues hay otros factores como los genéticos o medioambientales que determinan su inteligencia.
También se ha hablado del gen del dibujo, y es posible que en parte tenga que ver con tener más desarrollada la inteligencia espacial o la creativa, pero lo cierto es que la habilidad para dibujar también viene de la capacidad de observar, de sujetar de determinada forma el lápiz y de más cosas a tener en cuenta.
El dibujo como medio de detectar problemas en la infancia
Los dibujos son una manera de expresar el mundo que llevamos dentro, tanto el emocional como el afectivo. Se consideran como el termómetro del estado de ánimo del niño pues son una herramienta que utilizan los profesionales para observar rasgos de la personalidad y estados de ánimo de los más pequeños.
Aquí escribimos algunos ejemplos que podemos observar los adultos:
- Escoger a menudo el color rojo es síntoma de agresividad y el color negro, de tristeza.
- El tamaño del dibujo con respecto al folio también nos indica cosas: si el dibujo es demasiado pequeño indica timidez o inhibición, y si es desmesurado y casi se sale del folio, puede ser síntoma de falta de límites.
- Minimizar partes del cuerpo, sombrearlas o hacerlas casi imperceptibles denota que el pequeño puede estar acomplejado por unas orejas o nariz más grandes, estatura baja, etc. El dibujo de la figura humana nos da pistas sobre el concepto que tiene de sí mismo.
- La figura de referencia suele ir más detallada o situada en primer lugar, incluso de mayor tamaño.
- Destacar las orejas demuestra que al peque le preocupa lo que los demás piensen o digan de él.
- Dibujar los personajes en la parte superior del papel denota un nivel más alto de fantasía, de mayor espiritualidad, de plantearse metas a veces inalcanzables. Por lo contrario, quienes sitúen a los personajes en la parte inferior izquierda buscan apoyarse más en la realidad y buscan lo sólido, son más introvertidos e impulsivos. Situarlos a la derecha implica extroversión y mirar hacia el futuro; y si es en la parte central del papel, refleja mayor afectividad y búsqueda de seguridad.
- La posición de los personajes en cuanto a la distancia entre ellos también nos dicen mucho. Por ejemplo, dibujarse entre el padre y la madre implica necesidad de sentirse seguro, pero si es el hermano el que está situado entre los progenitores es porque el peque percibe favoritismo por aquel. Si los personajes están muy separados implicará falta de comunicación.
- Cuando el niño no valora lo suficiente a alguna figura, o bien no lo dibuja, o no pinta su rostro. Tal vez lo dibuje de espaldas.
- Sujetar fuertemente el lápiz denota nerviosismo, y sujetarlo suavemente, tranquilidad.
- Si el trazo es muy fuerte muestra seguridad y buena autoestima. Si es muy fuerte, agresividad. Y si es débil y tembloroso, falta de seguridad en sí mismo.
- El exceso de borraduras puede implicar que el niño es muy perfeccionista o inseguro.
Conclusión
Dibujar es una actividad creativa y gratificante que, aparte de ser una fuente de placer como todo lo que es arte, nos ayuda a comprender el mundo interior de niños y niñas mostrándonos los aspectos afectivos de estos, así como emocionales, sus gustos y sus preocupaciones.
En la edad adulta aportará beneficios tales como soportar mejor el estrés y la ansiedad, potenciar el bienestar emocional y por supuesto, la creatividad.
Siendo algo tan bello y necesario es importante que no falten nunca en casa unos buenos materiales para dar rienda suelta a nuestra imaginación. ¡Nosotros nos apuntamos!, ¿y tú?
Bibliografía:
Piaget, Jean: “La formación del dibujo en el niño”
AA.VV: “La interpretación del dibujo infantil”
Crotti, Alberto: “El lenguaje secreto de los niños”