Maestra de literatura y Escritora
La lectura de los cuentos clásicos en la infancia
Más allá de ser un vehículo de entretenimiento antes de ir a la cama o en momentos de ocio, está comprobado que la lectura de cuentos provoca en niños y niñas multitud de beneficios: fomenta la creatividad, amplía su lenguaje, ayuda a dar rienda suelta a la imaginación o ayuda en su desarrollo psicológico. Los cuentos los preparan para la vida porque ilustran problemas reales que ayudan a nuestros hijos a desarrollar su personalidad, eso sí, revestidos de fantasía para captar su atención, como ocurre en los cuentos de hadas.
En la necesidad de conocer, de transmitir, de divertirse o de inventar historias fantásticas tiene sus orígenes la literatura, pues escuchar y contar son necesidades innatas y esenciales en el ser humano.
Un breve viaje por los orígenes del cuento
La literatura destinada a niños y niñas ha ido siempre ligada a la propia evolución histórica sobre el concepto de lo que es la infancia. Hasta el siglo XVIII no hubo un planteamiento real acerca de los niños en cuanto a considerar que eran personas que requerían una atención especial y que aún no estaban preparados para ser tratados como adultos; hablamos de la época de la Ilustración, donde predominaba la literatura con fines didácticos.
Remontándonos más atrás en el tiempo, los orígenes de los cuentos se remontan a épocas muy lejanas y llegaron del mundo oriental a Europa y América de la mano de Las mil y una noches o el Calila e Dimna; este último tal vez menos conocido, es una obra proveniente de la India fechada entre los años 500 y 100 a. C.
En el s. X, a través de esclavos y mercaderes empiezan a llegar los cuentos del mundo árabe y persa al mundo occidental. La circunnavegación provocó que una misma versión de un cuento se desarrollase de modo diferente según fuera el punto de desembarque; es el caso por ejemplo, de La Cenicienta, de cuyo cuento hay una trescientas versiones diferentes. Los libros contienen historias que viajan en el espacio y en el tiempo y ello ha dado lugar a que existan diferentes versiones; cabe recordar que el célebre cuento de La lechera ya pasó desde Oriente a manos del griego Esopo en el 600 a. C. pasando por El conde Lucanor en el s. XIV y después se amplió con Samaniego en el s.XVIII. En un caso la mujer vende miel y en los otros leche, e incluso recibe nombres diferentes.
Los primeros cuentos fueron rescatados de la oralidad para fijarlos por escrito y solían recoger cuestiones relativas al folclore del lugar. En el s.XIX los hermanos Grimm recopilaron historias locales que una vez llevadas al papel eran leídas con gran acogida por parte de niños y niñas, aunque estos hacían modificaciones de las historias como poner la figura de una madrastra en vez de la propia madre en Blancanieves. No se consideraba muy pedagógico que una madre pudiera estar celosa de su hija y que llegara a maltratarla.
A finales del mismo siglo, en plena época victoriana se escribe Alicia en el país de las maravillas, obra maravillosa donde se desafía a la lógica de una manera increíble y se nos ayuda a creer en que una vida sin sueños no es apenas vida. Y como ella tenemos multitud de cuentos que hoy conocemos como clásicos y que han influido en muchas generaciones: Pinocho, Peter Pan, El mago de Oz, los cuentos de Beatrix Potter, etc.
Los finales de los cuentos, un momento muy esperado
Algo deseado por todo niño y toda niña son los finales felices. Estos finales se fueron incorporando cuando comenzaron a escribirse en papel las historias orales, pero no siempre fue así. Cuentos como Caperucita roja, Rapunzel o Cenicienta sí que tenían finales afortunados; sin embargo, en otra línea tenemos a Andersen en cuyas historias La vendedora de fósforos o La reina de las nieves los finales felices no estaban asegurados y los personajes debían desenvolverse entre peligros varios. Tal vez esta línea pretendía mostrar los obstáculos de la existencia humana de una manera algo más realista y esto es importante, porque es algo que enseña a los peques a crecer como personas enfrentándose a los problemas y buscando una solución.
Hubo también una tendencia contraria a las historias excesivamente dogmáticas que enseñaban: “lo que está bien es esto y lo que está mal, esto otro”. Esta tendencia aparecía en cuentos que cruzaban los límites de lo permitido y con ciertos finales algo disparatados; esos que divierten mucho a los niños al estar ligados más a lo lúdico sin pensar en una trama muy elaborada. A este respecto cabría citar a Pippy Langstrump de Astrid Lindgren, las aventuras de una niña que hace lo que le viene en gana sin someterse a ninguna autoridad.
¿Cómo podemos acercar a nuestros hijos a los clásicos y a la literatura en general?
Recordemos que un niño o una niña que lee cuentos clásicos será un adulto que leerá obras clásicas. El saber que encierran los clásicos darán respuesta a sus necesidades y eso debemos fomentarlo desde muy temprano. ¿Cómo?
– Rodeándolos de libros, visitando bibliotecas, asistiendo a cuentacuentos, regalándoles libros, etc.
– Debemos predicar con el ejemplo: si ellos nos ven leer nos imitarán.
– Cuando les contemos un cuento o leamos con ellos debemos elegir un momento de tranquilidad dejando a un lado el estrés diario o lo vivirán como una obligación y no como un placer.
– La elección de los cuentos es también una tarea muy importante que hay que tener en cuenta, así como la lectura dramatizada en voz alta.
Debemos transmitir a nuestros hijos que amamos lo que leemos, que estamos viviendo la historia que contamos y que los clásicos siempre están ahí, porque son atemporales y encierran todo un mundo de saberes. Albert Einstein decía “Si quieres que tus hijos sean inteligentes léeles cuentos de hadas, Si quieres que sean más inteligentes, léeles más cuentos de hadas”.
A continuación os propongo unos cuantos libros con los que podéis ampliar este tema y disfrutarlos en familia. El primero va dirigido a vosotros, padres y madres, y los otros son para que los compartáis con vuestros peques porque son recopilaciones de cuentos clásicos en ediciones actuales bellamente ilustradas:
Cuentos clásicos para leer y contar
Grandes ilustradores dan vida, en esta recopilación de cuentos, a los personajes clásicos. Historias conocidas por todos, que perduran a través del tiempo, se recogen en este volumen, con la idea de hacerlas accesibles a los primeros lectores.«El mundo de los cuentos está tan lleno de sucesos venturosos como siniestros. Luz de las tinieblas y luz del cielo, así es la luz de los cuentos.... Seguir leyendo
Atlas de los cuentos clásicos
Cada cuento de hadas es la historia de una búsqueda, de un camino, de un viaje. Este atlas del reino de los cuentos clásicos transforma cada cuento en un mapa sorprendente en el que adentrarnos.Cada cuento clásico, de alguna manera, trata la historia de un viaje a un mundo mágico. ¿Qué pasaría si estas increíbles aventuras se representaran como mapas? Si fuera posible volar sobre las... Seguir leyendo
Cuentos maravillosos. Antología
Una magnífica recopilación de cuentos maravillosos de todo el mundo, bellamente ilustrados, en una edición de lujo, en tapa dura y exquisito diseño. Incluye cuentos tradicionales de todo el mundo, narraciones clásicas y célebres de Hans Christian Andersen o de los hermanos Grimm, así como otras historias maravillosas procedentes de Japón, México, Rusia y otros países. Entre ese más... Seguir leyendo