Abogada y crítica literaria
Sentirse parte del problema es ser parte de la solución
Sergio y Daniel van al mismo colegio y son grandes amigos desde los tres años.
Sergio tiene una personalidad dócil, tranquila y permisiva, mientras que la de Daniel es arrolladora y en ocasiones muy conflictiva.
Ha llegado a su clase una niña nueva, Andrea. Daniel está muy enfadado. Un buen amigo suyo también optaba a esa plaza, que finalmente le han dado a la chica francesa.
A partir de ese momento, su intención es la de incomodarla hasta donde sea necesario con el objetivo de que sea ella la que pida irse del colegio.
Sergio y su pasividad serán la clave.
Una autora comprometida
Esta docente y escritora almeriense conquista a los más pequeños a través de sus escritos.
Aunque cuenta con temáticas diversas entre sus obras, la que más resuena entre sus títulos es el bullying o acoso escolar.
Tiene claro que los cuentos tienen un gran poder y aprovecha su experiencia personal y profesional para crear historias que lleguen, surtan efecto y abran el camino hacia un mundo mejor.
Una violencia, a veces, casi imperceptible
En esta novela se aborda el acoso escolar desde una perspectiva diferente.
No es el actor ni el receptor directo de la violencia quienes nos van a contar esta historia, sino el intermediario, el cómplice, ese que sabe qué sucede y calla, el que por miedo, incluso, llega a participar en algo que acaba convirtiéndolo también en víctima.
La pasividad, la aceptación implícita que va impresa en la “inacción”, acaba resultando tan violenta como una agresión física.
Y me parece fundamental este enfoque porque, si somos parte del problema, si lo sentimos como nuestro, seremos los precursores de la solución.
El acoso escolar no siempre se representa en forma de violencia física.
En la mayoría de los casos viene acompañada (en otros incluso es la única forma) de una violencia verbal, visual, comportamental, basada en palabras, miradas, gestos, silencios, risas… que logran minar desde los cimientos la autoestima del receptor.
Esa es la más peligrosa, la que no se ve, y es precisamente la que Pilar nos representa en su obra.
A menudo, este tipo de actitud la manifiestan personalidades que tienden a ser sumisas ante personas competitivas y arrolladoras. A veces por falta de autoestima y otras por el mismo miedo que en ellos también causa el actor principal, se acaba generando un papel de colaborador necesario que lo sitúa en un doble papel de acosador indirecto y víctima.
Es fundamental trabajar la autoestima y el correcto desarrollo emocional para que una persona jamás haga aquello que no quiera hacer.
¿Y cuál es el punto de partida? Respeto. Una escueta palabra y ¡cuánto poder tiene!
Educar y criar desde el respeto no solo garantiza la paz, sino que nos prepara para abordar cualquier situación que se nos presente desde la perspectiva correcta.
Aquí hace un magnífico trabajo la artista de la que se acompaña, que con sus magníficas ilustraciones los personajes nos transmiten todo con la mirada, de forma que los pequeños lectores acaban sintiéndose espectadores reales de cada escena y en la obligación de intervenir.
El hecho de que a lo largo del texto determinadas palabras o expresiones se resalten en negrita o en cursiva, enfatizan el mensaje, transmitido con un lenguaje totalmente adaptado a la edad recomendada y con un gran éxito, pues se sienten en un plano de igual a igual.
Una historia que busca extenderse más allá de estas páginas
Con #Cara a cara no solo se escribe una novela infantil y juvenil que aborda el bullying.
Se ha creado todo un movimiento en el que se buscan participantes de cualquier lugar. Invita a los lectores a formar parte de esto.
A través de sus códigos QR podremos acceder al cortometraje que ha llevado a las pantallas a sus personajes: niños reales, en un escenario real, donde representan todo lo acontecido en esta historia, logrando que se intensifiquen sus efectos.
Además, se han recibido más de mil cartas de niños de distintos puntos geográficos en las que aconsejan a los personajes de este libro sobre su comportamiento ante el acoso.
El alarde de toda una generación donde predomina la empatía y el ejemplo de que se está logrando mucho.
Hemos avanzado y hay esperanza, pero desgraciadamente esto no ha terminado y no podemos bajar la guardia.
En el excelente prólogo de Mariola Gómez Ponce, Fiscal Delegada de Menores, abre las puertas a esta obra dirigiéndose a los lectores: “seas tú o sea otro el que sufre, habla. NO TE CALLES. NO ESTÁS SOLO”.
Un problema, dos víctimas
Me parece brillante la perspectiva de la autora.
El acoso escolar no es un problema que se solucione únicamente apartando a víctima del acosador.
Hay que abordarlo desde la perspectiva de que en realidad hay dos víctimas, niños al fin y al cabo, donde el actor como el receptor, y todos los implicados, tienen un problema que hay que atender por igual para poder erradicar esta lacra social.
Porque solo encontrando la raíz del problema lograremos que no se vuelva a repetir.
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