Escritor y tecnólogo de alimentos
Atrévete a inventarte un cuento
La vida de los más pequeños suele ir acompañada de cuentos. En nuestra casa toca cuento en la cama, antes de dormir. Y ese momento, esos pocos minutos leyéndole a mi hija, pueden ser maravillosos o, porqué no decirlo, algo tediosos, dependiendo del cuento.
Hay cuentos que me sé de memoria. No solo porque los haya leído en decenas de ocasiones, sino porque están tan bien escritos y con un fondo y un mensaje tan bien trabajado, que te cautivan (vamos, que hay cuentos que me gustan más a mí que a mi hija). Pero también te encuentras con cuentos que no te dicen nada, incluso que pueden estar mal escritos o que resultan difíciles de leer. Es posible que tu hijo se encapriche de él y te lo pida todas las noches… Si eres madre o padre, seguro que sabes de qué te estoy hablando.
Pues un día, como otro cualquiera, mi hija me pidió que le leyera un cuento. Venía de varios días leyendo uno de esos que terminas aborreciendo, y decidí que esa noche no le iba a leer un cuento, le iba a contar un cuento. Un cuento que me iba a inventar sobre la marcha.
No tengas vergüenza a empezar y ver hasta dónde llegas. No tienes nada que perder.
El protagonista era “un bichito”, así que lo llamamos “el cuento del bichito”.
Cuando terminé de contarlo pensé “pues no me ha quedado mal”, pero mi sorpresa llegó al día siguiente, cuando mi hija me pidió que le volviera a contar “el cuento del bichito”.
Probablemente te parezca una tontería, pero que mi hija me pidiera que le contara el cuento que me había inventado para ella fue algo mágico. Significó mucho para mí, y quiero pensar que también para ella.
Unos días después decidí escribirlo, para que no se me olvidara. Lo fui trabajando, estructurando, haciéndolo rimado… El 13 de diciembre de 2021 el cuento del Bichito salió a la venta.
Nunca hubiera imaginado que el cuento que me inventé una noche, a los pies de la cama de mi hija, terminaría en las librerías a las que iba con frecuencia, buscando nuevos cuentos. Nunca hubiera imaginado la felicidad de ver que ese cuento que antes solo estaba en nuestra imaginación, ahora lo teníamos en nuestras manos. Con sus hojas, sus ilustraciones, y su bichito.
La experiencia ha sido tan bonita que he querido escribir este artículo, para animarte a que te inventes tu propio cuento. No hace falta que pienses ahora en crear un cuento para publicarlo (si te soy sincero, nunca fue mi intención). No se trata de eso. Te quiero animar a que aproveches el momento de contar un cuento para hacer algo ligeramente distinto. Haz equipo con tu peque, ¡y anímate a inventarte un cuento!
El proceso de creación puede ser muy bonito. Recuerdo que yo iba avanzando en el cuento y mi hija me iba interrumpiendo: “si se subió en la espalda del pajarito, ¿cómo podía volar?”, y así íbamos haciendo la historia nuestra: “pues tienes razón, mejor que se enganche a su patita, ¿verdad?”
Da igual si del cuento no se extrae ningún valor. El valor puede estar en el acto de crear y contar el cuento.
A ver, sé lo que me vas a decir, que no tienes imaginación, que no sabes por dónde empezar, que eso es muy complicado… y puede que tengas razón, pero piensa que nadie va a escuchar tu cuento, excepto tu hija o hijo, así que no tengas vergüenza a empezar y ver hasta dónde llegas. No tienes nada que perder.
Si te he convencido (y espero que así sea), aquí te dejo algunos trucos que yo apliqué con mi primer cuento, y que quizás podrían ayudarte.
1. Inspírate en situaciones reales de aprendizaje
Seguro que casi todos los días hay alguna posibilidad de enseñarle valores a tu hija o hijo. Es posible que no haya querido dejarle los juguetes a su amigo o hermano, o que haya sentido envidia por los juguetes ajenos, o haya hablado mal o gritado. Quizás no ha sido tu hija o hijo, pero ha sido algún amiguito.
Aprovecha el cuento para explicarle esos valores que quieres que tenga basados en la situación vivida.
2. A veces, todo es más fácil con animalitos (o plantas, o seres fantásticos)
Hay muchos cuentos cuyos protagonistas son personas. Pero, como no creo que seas escritora, o psicóloga infantil, muy probablemente te cueste menos utilizar a animalitos del bosque, o algún ser fantástico, como hadas o duendes. Es posible que si la protagonista del cuento es una niña, como tu hija, termines viéndola a ella y a sus amigas, y la imaginación se verá más limitada. Además, es más fácil recordar el cuento de “El pingüino que estaba triste”, que el de “La niña que estaba triste”, ¿no te parece?
3. La repetición ayuda a que sea más dinámico (aunque parezca lo contrario)
Otro truco que me funcionó muy bien fue el repetir palabras o expresiones. Si el protagonista de tu cuento pasa por ciertas situaciones parecidas, hará que sea más fácil de recordar y comprender. si, además, se repite cierta frase o expresión, todavía mejor. Por ejemplo, si nuestro personaje es un perrito torpe, es posible que en cada situación en la que se encuentre termine cayéndose. Si cada vez que se cae el cuento dice “y el perrito se cayó ¡catapún!”, la segunda vez que lo cuentes probablemente solo tengas que decir “y el perrito se cayó”, que la vocecita que te acompaña dirá “¡CATAPÚN!”.
4. Cierra bien la historia (o déjalo para mañana…)
Si tu cuento está basado en algún aprendizaje que quieres transmitir, piensa en cómo puede terminar de forma feliz y que transmita esa moraleja. Aunque creo que no hace falta decirlo, lo diré por si acaso: Si queremos que nuestra hija no cruce la carretera sin mirar, por ejemplo, nuestro cuento no puede ir de un cervatillo que se cruza (sin mirar) por delante de una estampida de elefantes y termina como Mufasa… El cuento tiene que dejar buen sabor de boca al niño para que quiera volver a escucharlo. Mensaje positivo siempre.
Pero, ¿qué ocurre si estoy improvisando con el cuento y no sé cómo cerrarlo? ¿o no sé cómo seguir avanzando en la historia? Pues en ese caso puedes no cerrar la historia. Simplemente recurre a “y hasta aquí el cuento por hoy, mañana seguimos con las aventuras de [ ]”. Este recurso te dará tiempo a pensar cómo puede seguir el cuento y encontrar un final apropiado.
5. No te olvides del objetivo principal: ¡pasarlo bien!
Que el cuento tenga moraleja te ayuda a crear la historia, sí, pero si no hay moraleja no pasa absolutamente nada. Da igual si del cuento no se extrae ningún valor. El valor puede estar en el acto de crear y contar el cuento.
Puede que tu cuento sea el peor de la historia para un crítico, pero si tu hijo te lo pide a la noche siguiente, no hay crítico que te quite ese sentimiento de plenitud.
Y si tu hijo no te vuelve a pedir el cuento, o te dice algo como “mamá, no me gusta el cuento del koala rapero, ¿me puedes leer uno de los de verdad?”, piensa que, aunque no tengas esa sensación de plenitud, aquella noche te libraste de leer otra vez el mismo cuento de siempre.